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Querido blog:
10 agosto
Holis, sé de sobra que han pasado muchos días y no he abierto el espacio para desahogarme, al fin esto es peor que cualquier red social. Creo que, por un momento, después de mi fin de semana perfecto tuve un bloqueo emocional y olvidé cómo escribir. Pero he vuelto para contarte que hace, no mucho -6 meses-  tuve las peores 24 horas de mi vida. Sí, ya sé que eso dije esa tarde cuando me dijo que no habría ninguna boda, pero te juro, querido que éste sí fue el día más desafortunado de mi vida. Nunca tuve tanto miedo, tanta rabia, tanto odio, tanta autocompasión ni tanta desilusión, jamás sentí ese piquete en el estómago que anunciaba el fin que aunque lo creo… nunca lo vi venir.

Hoy
Él mi vida entera, se fue para siempre. También sé que ya lo he dicho y que siempre volvió pero esta vez es distinto, es definitivo. Ya pasaron más de 5 años y ni siquiera como hombre puedo verlo, se mudó con otra y otra y quien sabe que otra. Se fue para siempre.
Así que necesito que recibas mis letras, que entiendas mis sentimientos como nadie lo ha sabido hacer, que no me juzgues, que me des un espacio para reflexionar y que guardes este relato. Posiblemente releeré mis palabras mañana, pasado mañana, en 15 días, en un año y seguiré sintiendo un pellizco en el corazón como el que casi me mato.
 Ese octubre
Terminaba una patética conversación, oía desde lejos silbatos y de pronto una llamada, mi hijo dormía y mi cabeza yacía sobre su pecho, empezaba a soñar cuando él me pidió que fuéramos a la cama. Debíamos descansar. Me tomó de las manos y de pronto me jaló hacia su pecho, como si quisiera que escuchara su corazón. Latía con regularidad, como siempre ha podido controlarlo. Me mantuvo así un par de minutos y caminamos hacia la habitación.

 No podíamos dormir, pero él me daba su calor. Como todas las noches que pasábamos juntos, enredábamos nuestros pies, mentira siempre me quitaba de su lado y platicábamos alguna anécdota de cuando éramos niños, me aprendía el patrón del techo. Sin embargo, él estaba muy callado. Habían pasado sólo 10 minutos y él se giró a la derecha... Zafó sus pies de los míos.

  Él no se movía, yo quería platicar, no escuchaba, le propuse una dinámica, no acepto, sólo estaba volteado de su lado de la cama. ¿Le pasaba algo? Claro que sí, ella.

 Todo igual, me levanté y me fui a la sala. Tomé un vaso de coca cola, he de confesar que me angustiaba saber qué pasaba, pero él dormía... o eso fingía. Así pasé una hora, pensando en qué pudo haber pasado para que las cosas se tornarán tan raras de un momento a otro. Me terminé mi coca cola. No podía dormir.
  
Segura de mí, caminé despacio a la habitación. Él estaba de lado con su teléfono en la mano y me miró algo enojado, pero también comprensivo. Creo que me hizo un espacio en la cama y abrió las cobijas, accedí.

 Me recosté con la peor decepción de la vida. Mi esposo –etiqueta de mierda-, ese que tanto me deseaba, ahora me rechazaba y recordé el abrazo previo a irnos a la cama. Era una ¿despedida? Lo dudé, créeme que lo dude, querido. De pronto me abrazó, muy fuerte y susurró: «Perdón, ya no puedo» y se levantó de un salto, su amigo lo esperaba.

Supuse que se retractaría, pero lo escuché vestirse y acomodar cosas. De pronto y a lo lejos empezó a hablar. No recuerdo mucho salvo un par de frases que me duele escribir, las tacho y vuelvo a poner... Se estaba yendo para siempre. Sólo diré la frase que más me impactó: no no puedo. Salió.

Creo que me dormí unos 20 minutos, o quizá fue una hora y media. Luego desperté aturdida. ¿Qué hice yo?

Mi cama lo extraña, yo no lo extraño, y en este momento menos.

Tomé un baño esperando que en cualquier momento entrara por la puerta y me pidiera un masaje con crema de fresa, pero nunca pasó,

Me plasmé en el, su ausencia y el amor que le tengo... nunca llegó. ¿Fui yo o acaso fue la costumbre? De fondo me acompaña la canción de Thomas y no le veo el fin a su castigo, porque tal vez era sólo eso: un castigo.

Repetí y repetí en mi mente durante años hasta que me quedó claro que no volvería y, de pronto, caí en un profundo sueño del que no desperté hasta unas 4 horas después con la cara llena de lágrimas y los brazos entumecidos sobre una almohada. Mi corazón no dejaba de palpitar al ver cómo es que unas simples líneas y colores sencillos podían describir mis emociones en ese momento. Yo había dibujado mi vida y mi futuro en u cuaderno y él ya no aparecía en él, pero no fue mi culpa. Yo no le pedí salir de mi alma.

De verdad no iba a volver.

Quizá necesitaba verle y que me explicara paso a paso lo ocurrido o por qué ella era mejor que yo. Es más, merecía que me dijera quién era ella, aunque yo sabía quién era, siempre lo he sabido, siempre se sus pasos, por predecible, por metiche, por descuidado por interés, por amor. Por lo que sea, lo sé.
  
Justicia. ¿Qué más da? Él ya no estaba para enojarse, ya no necesitaba de nadie ni de nada. ¿Para qué seguir en esta tormenta de sentimientos si había una solución que me daría control? Al final no necesitaba más que olvidarlo y sacarlo de mi mente. La justicia seguro ayudaba.

Alcohol y mis dibujos, ¿qué más? Trabajo, muchos colores y una nueva yo. Al menos en el papel era feliz, aunque sólo era un engaño vil y absurdo.

Me recosté a dormir por 4 horas, mismas que soñé con él. Durante años no pude evitarlo, preguntaba en donde estaba, no sabía que contestarle. Mi odio creció. Él se me clavó en los sueños como en el corazón y no hubo manera de sacarlo. Simplemente pasó. Sólo lo sentí y no tuve ningún impedimento en hacerlo, pero de pronto, desperté ahogada en mis lágrimas.

«Las buenas cosas le llegan a quien espera». Y yo ya esperé mucho, fueron más de 8 años, han sido días de angustia y cansancio, de dolor y desamor, pero no me queda más que dibujarle el amor y escribirle el deseo. Llorarle mis sentimientos y esperar a que el corazón vuelva a latir.

Tengo el control, verlo de rodillas, que sufra lo mismo que yo.

Que sientan el desprecio…

Lo sienten
Tengo el control de nuevo, ya no quiero tenerlo

Y eso, querido diario, fue mi calvario absurdo. Lleno se sentimentalismo y melancolía que ya debería haber superado; no obstante, he aprendido a vivir con él. El dolor es parte de mi vida y de mi rutina, aunque mi corazón ya no siente nada desde mucho. Como decía mi abuela, «a todo se acostumbra uno, menos a no comer», y estoy decidida a acostumbrarme a no tenerlo cerca y a lidiar con mi odio, ¿qué más me queda?

Me queda hacer borrón y cuenta nueva, me queda terminar para siempre con la cadena.
Cortar el hilo.



porqueno

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Siguele el hilo..

Quien es elle?

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Es una mujer que disfruta la vida al maximo y nunca se arrepiente de nada, vive cada instante a la vez, disfruta de una buena conversacion acompañada de un buen cafe o una buena piña colada, ama el arte no tanto como a su hijo, disfruta de las cosas abstractas, sarcasmo es su segundo nombre aunque problema lo ha peleado..hace las cosas sin pensar en que sucedera luego, no tiene planeada la vida, simplemente vive con el tiempo, es re malhablada, en fin en el camino veran quien es.....